miércoles, 30 de mayo de 2018

La anomalía éramos nosotros no Irlanda


Con motivo del referéndum en la república de Irlanda sobre el aborto y la victoria del SI no ha dejado de sorprenderme el tratamiento que en su mayoría le han dado los periódicos españoles señalando que la victoria del apoyo al aborto eliminaba una “anomalía” en el entorno europeo.

Sorprende con que falta de reflexión y análisis las líneas editoriales de los distintos periódicos daban a entender que lo normal es despenalizar y facilitar la eliminación, sin causa alguna que lo pueda justificar, de una vida humana dentro de sus 12 semanas, tres meses, iniciales de vida.

Y se entiende menos cuando sabemos que en nuestro entorno, en nuestro sistema sanitario y farmacéutico hay todo un abanico de medios anticonceptivos - píldora, preservativos, DIU, píldora del día después, etc.- muy económicos, de fácil e inmediata dispensación que impiden un embarazo no deseado a toda mujer que así lo desee.

¿Entonces qué bien jurídico protegemos? Porque antes de esta reforma de plazos existía en España una legislación sobre el aborto que abarcaba las causas que pueden ser más entendibles, malformaciones, violaciones, peligro para la madre que a la vez cubrían la actuación del médico que intervenía en dicha operación. Una legislación que puso en marcha el PSOE y que fue asumida por el PP sin mayor problema porque si ponía dos derechos personales relevantes en la balanza, los de la madre y los del futuro hijo.

Lamentablemente este consenso se rompió y descompenso laminando el derecho a vivir del que está por nacer y no tiene culpa alguna al que se le priva de un futuro en plenitud.

Por ello es por lo que digo que la anomalía no la representaba hasta hace poco Irlanda, y a partir del referéndum, Polonia, Malta, Chipre, sino que la anomalía somos aquellas naciones europeas y sus ciudadanos que hemos abdicado de la defensa del mas indefenso y hemos trivializado un principio tan esencial como es el derecho a la vida. Luego no nos llevemos las manos a la cabeza cuando por el otro lado se defiende la eutanasia activa que no es otra cosa que el suicidio pasivo y que de allí pasemos a la eugenesia donde los que se vayan considerados inútiles sean indefectiblemente eliminados por no sé qué concepto de bien común.

 

viernes, 25 de mayo de 2018

Al final la Republica catalana era esto…


En el imaginario popular, y desde tiempos de Platón, la República se entiende como la forma de gobernar de los países en los que el pueblo tiene la soberanía y facultad para el ejercicio del poder, en el que impera la división de poderes, el sometimiento y la igualdad ante la ley. Y ello porque como ya dijo Aristóteles “Un montón de gente no es una República”.

Pues esa República se suponía que era lo que querían imponer Puigdemont y sus secuaces en la comunidad de Cataluña para alejarse de no sé qué autoritarismo que impera en España entera y que  nos ha permitido gobernarnos desde 1978 en la nación , sus autonomías y ayuntamientos conforme a la voluntad popular.

Pero hete aquí que por lo pronto dicha imposición no solo carecía de mandato popular, sino que en las elecciones del 21 de Diciembre quienes pretendían imponerlo no alcanzaron ni el 50% de los votos.

Nadie piense que eso desanimo a los promotores del “proces”, para nada. Voluntad popular ¿para qué?, no hombre no, aquí el voto de un catalán de pura cepa vale más que el de los demás. Pues a la porra la igualdad de los ciudadanos y el mandato democrático.

Todavía nos quedaba alguna sorpresa más con el nombramiento como Presidente autonómico del Sr. Torra que en su fórmula de aceptación ciño su sometimiento a lo que decidiera la asamblea autonómica pasándose por el forro el Estatuto y la Constitución con lo que echaba a la basura de la historia el principio de sometimiento a la ley.

Un principio que supuso en el Occidente europeo pasar de la monarquía absolutista, la división de la sociedad en clases-reyes, nobles, clero y pueblo llano-a la democracia liberal como la entendemos desde la Revolución americana.

Además de ello este fichaje separatista, el Sr. Torra, ha tenido a bien ilustrarnos sobre el modelo de sociedad que aspira para los catalanes.

En él lo de no discriminación por razón de lengua ni se plantea puesto que considera como barbaros y enemigos de Cataluña a aquellos que, viviendo en cualesquiera de las cuatro provincias catalanas, hablan español por lo que para sacarlos de su error niega la libertad de elección de la lengua en la que quieran educarse y comunicarse en el ámbito público o privado.

Si eso opina de más del cincuenta por ciento de los catalanes no va a extrañarnos que al resto de los españoles lo más bonito que nos diga es que somos bestias y ejemplo de cualquier embrutecimiento, incapaces como nos considera de tener cualquier cualidad intelectual digna de aprecio.

De todo ello es fácil deducir que al final la Republica que esas lumbreras separatistas quieren para sus ciudadanos se parece mucho a la aldea retrograda, triste y pacata de en la que las Martas Ferrusolas ejercieran como prototipo de la vieja del visillo.

Una República en la que el derecho al voto lo tuviera en exclusiva el hijo de vecino que pudiera acreditar no menos de tres generaciones nacidas y que sin interrupción haya vivido sin salir de Cataluña no fuera a ser que se contaminara de la influencia externa.

Una República en la que no existiera división de poderes, donde el gobernante estuviera excluido del sometimiento a la ley como lo está el ciudadano, una Republica donde por fin el ciudadano fuera excluido de dicha condición para asumir la de súbdito.

Una República donde la libertad lingüística quedara excluida sin atender al carácter de lengua materna, una República donde la libertad de información y comunicación quedara restringida a TV3 y Radio Cataluña.

Una Republica que al modo de Enrique VIII tendría su propia Iglesia Nacional ajena al concepto de Universal, fraternidad e igualdad de todos los hombres que tiene la Católica.

Qué triste panorama esa República que tiene más de autocracia que de cualquier democracia de nuestro entorno. A eso y no otra cosa aspiran estos mártires de la patria y demócratas de opereta que predican para los demás las lecciones que se niegan a aplicarse a los mismos.

 

domingo, 13 de mayo de 2018

Paguémosle con nuestra indiferencia


Puigdemont, Rufian, y el resto de saltimbanquis separatistas no son nada sin la atención que les prestamos el resto de los 46 millones de españoles y cuanto antes nos demos cuenta de ello más próxima estará su derrota que no es otra que el olvido.

Estos y otros separatistas, que antes fueron anti nucleares, anti OTAN, anti desahucios y siempre aprovechados dispuestos a vivir a costa del presupuesto público por no dar un palo al agua no son nada si no respondemos a sus provocaciones.

Carentes de los redaños suficientes para sacrificar su patrimonio-no hay más que ver con que prisa han transferido sus bienes a familiares y terceros ante la llamada de la Justicia-, mucho menos están dispuestos a arriesgar su integridad, y mucho menos su vida, por unos ideales  que si llega un momento a no darles para vivir del presupuesto público, cambiaran de inmediato como muy bien explico el genial cómico Groucho Marx cuando dijo aquello “tengo principios, pero sino le gustan tengo otros”.

Con nuestros bien intencionados “No me gusta” o respuestas airadas en las redes sociales a sus insultantes o ignorantes comentarios construyen ellos la torre de su notoriedad y popularidad. ¿O acaso conocía usted de algo al inane senador Carlos Mulet de Compromis, marca de Podemos en Valencia, antes de soltar la burrada de que Don Pelayo era franquista 1.100 años antes de que los padres de Francisco Franco siquiera tuvieran en la cabeza traer a este al mundo?

Y sin embargo a partir de este hecho, perfectamente prescindible, merecedor únicamente de la indiferencia ante quien revela carecer de una mínima formación histórica y un pensamiento mínimamente inteligente, este Sr. mostrará satisfecho ante sus cuates y votantes la rabia y contestación generada. ¿Acaso no merecían mejor causa los esfuerzos y razonamientos del escritor Pérez Reverte y otros muchos cuando a este podemita,  las razones, los hechos le traen al fresco?

Pues bien, de la atención que nos merecen en redes sociales, noticias de prensa y radio estos personajes, los mismos medios de comunicación retroalimentan el fenómeno generando y buscando noticias sobre o de los mismos, que superan en mucho su trascendencia para el interés común de los españoles.

Por todo ello y visto el último esperpento separatista que se presenta a presidente de la generalidad catalana he llegado a la conclusión que lo mejor que puedo hacer por mi salud mental, por la del resto de los españoles y para que nuestros gobernantes reconduzcan su trabajo al bien común es pasar de los rebuznos con que a diario nos obsequian personajes como Rufian, Rahola, y ahora ese nuevo fichaje, Quim Torra, que nos ha regalado el jefe de este circo, el prófugo Puigdemont.

Ya verán como si todos siguiéramos esta conducta pronto los veríamos enarbolando en una plaza cualquiera de Madrid  la pancarta “Cataluña también existe” con bastante menos éxito mediático del que merecen las justas reivindicaciones de sus vecinos de Teruel.

Madrigal de las Altas Torres no puede esperar 55 años para declararse Conjunto Histórico


En el periódico El Mundo de hoy el articulista Arcadi Espada publica artículo que es una metáfora sobre la desidia administrativa, la abulia oficial y el olvido sobre nuestra historia, patrimonio artístico, ejemplificándolo en el caso de la localidad de Madrigal de las Altas Torres, provincia de Ávila, cuya petición de declaración como Conjunto Histórico viene desde 1963 sin que se haya hecho nada.

Esta localidad que se encuentra en el cruce de las carreteras comarcales CL 610 (Peñaranda de Bracamonte-Medina del Campo) y CL 605 (Cantalapiedra-Arévalo) y no posee comunicación ferroviaria, aparte de ser la cuna de Isabel la Católica, en su casco urbano reúne no menos de cuatro edificios declarados Bien de Interés Cultural y un Monumento Histórico Artístico.

Sé que el artículo de este Sr. Moverá conciencias, pero como soy de los que me cuesta no hacer nada he abierto una petición en Change.org por si os animáis a firmarla, solo es un click. Gracias.


Y para los que queráis conocer un poco más esta localidad aquí podéis consultar

 

miércoles, 2 de mayo de 2018

Jaime Mayor Oreja, el vencedor de ETA


Tal vez a algún desmemoriado, o demasiado joven para tener el recuerdo vivo de aquella época sangrienta que conocemos como los “años de plomo” vera mucho atrevimiento en esta afirmación, pero a poco que se refresquen los hechos coincidirá en la justicia que encierra.

Como ministro del Interior desde el primer gobierno de José María Aznar le toco tomar decisiones muy duras que se revelaron tremendamente aceradas.

Lo primero que hizo fue desautorizar los contactos con ETA que mantenía el anterior gobierno socialista a través del mediador Adolfo Pérez Esquivel, con lo que mandaba un mensaje claro a los criminales de que perdieran cualquier esperanza de obtener réditos políticos por su actividad asesina.

Lo segundo fue negarse a los atajos o guerra sucia y entregar todos los medios personales, materiales y apoyo político a la acción de Guardia Civil y Policía Nacional, reafirmando su moral de victoria y la legitimidad de su acción en la persecución del crimen.

Y por último y no menos importante, rescato el valor y dignidad de las víctimas de los asesinos etarras, reivindicándolas como personas y por su labor de sostén moral de  una sociedad que luchaba contra los que pretendían imponer sus ideas con la exclusiva fuerza de las armas amordazando las libertades más esenciales de los españoles.

A resultas de ello no tardaron en llegar los éxitos aún acompañados de dolorosas perdidas. La liberación de Ortega Lara tras 532 días de secuestro fue un revulsivo y un rearme moral de los españoles que los asesinos etarras quisieron quebrar con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Sin embargo, los asesinos etarras cosecharon lo contrario de lo que pretendían pues los españoles perdieron el miedo, la rabia inundo sus corazones ante tamaño desprecio a la vida humana y de ello surgió un rechazo unánime a ETA y sus cómplices que permanece hasta hoy.

El resto, la persecución y acoso del aparato de financiación y propaganda, la desaparición de la kale borroka en las calles de las provincias vascas y por fin la “tregua trampa” de los etarras no fueron sino consecuencia del agotamiento de los asesinos a resultas de las sucesivas capturas de sus cúpulas, la desaparición del santuario francés, fueron consecuencia de que los sucesivos ministros del Interior del PP continuaron lo que él puso en marcha.

No acertara aquel que crea que poner a Jaime Mayor Oreja en cabeza suponga relegar o minusvalorar el sacrificio de la Guardia Civil, la Policía Nacional, los ertzainas, políticos socialistas, populares y ciudadanos que sufrieron directa y sangrientamente la acción de los asesinos etarras. Lo que pasa es que fuerzas de seguridad y ciudadanos veníamos sufriendo a los asesinos desde hace más de cuarenta años y en esos años nadie como él desde el Ministerio del Interior supo poner las bases de la derrota de ETA.

Los instrumentos, la dignidad, la memoria, la legalidad y la acción constante sin desaliento por los tropezones momentáneos estaban a disposición de quien quisiera usarlos y sin embargo hasta que Jaime Mayor Oreja los tomo como bandera de su acción política la victoria no estuvo cerca.

Por ello mi reconocimiento, memoria y agradecimiento por su labor y la de los casi mil asesinados por ETA, los guardias, policías, políticos y españoles que entregaron su vida y su esfuerzo para acabar con estos asesinos.