lunes, 23 de octubre de 2017

Soraya ¿Tocada o hundida?


Lejos quedan los tiempos en que sin que nadie la conociera se aupó al segundo puesto tras Rajoy en el gobierno de España.

He de reconocer que nunca me gusto, y sigue sin gustarme, aunque los motivos se han ampliado. Por lo pronto no se le conocía ni militancia ni actividad política alguna en el PP, partido que en 2011 ganó por mayoría absoluta a un PSOE desquiciado por la penosa gestión de Zapatero y bajo la dirección de Rubalcaba.

Y esto es importante, más de lo que pareciera, y no excluye la presencia de independientes en el gabinete. Pero desde luego de lo que los excluye es del segundo puesto de responsabilidad política como es una vicepresidencia pues quien la ejerce debe tener claro los principios, compromisos y renuncias que supone obtener el respaldo de un grupo mayoritario de españoles que optan por un partido político por muchas y diversas razones y no solo por tu cara bonita. Y ella desde un principio se creyó una cara bonita y ajena a los compromisos adquiridos con los votantes que habían llevado al PP al gobierno de España.

Tampoco me gusto de ella la manía de poner a abogados del Estado, a funcionarios, al mando de todas y cada una de las instancias que le permitía la vicepresidencia y otras muchas en que lo consiguió por coacción o convicción de quienes veían en ella un soporte de sus ambiciones personales. El ejemplo máximo de que ello no siempre resulta fue el fiasco de su amigo González Echenique en RTVE que ni logro revertir la sangría economía del ente, ni logro hacer de RTVE un medio creíble, ni se impuso a la facción progre que manejaba los “consejos de redacción” de los informativos de la “casa”. Así acabo el engominado de los cuellos y puños duros, en la calle y sustituido por un profesional, José Antonio Sánchez, que ha demostrado saber de lo que hacía.

Acabó con el “grupo de los cinco”, los ministros Margallo, Soria, Ana Pastor, Arias Cañete y Fernández Díaz, aislando así, aún más, a Rajoy de otras opiniones que no fueran las suyas o de su entorno. Estos optaban por hacer política, además de gestión, y comunicación de la labor de partido y gobierno. Opción desatendida y que tanta culpa tiene en los últimos resultados del PP y la actual situación política.

Y todo ello mientras empleaba todo su empeño en ir socavando la posición del PP en el Gobierno, imputando los fracasos a este y los éxitos al otro, y su poder en el BOE para “pastelear” con el grupo PRISA en mor de conseguir ser el miembro del ejecutivo de Rajoy mejor valorado en las sucesivas encuestas del CIS, y todo para cumplir su ambición de sustituir a Rajoy.

Más todo ello podía quedar atrás y olvidado si al menos hubiera solventado con éxito la “cuestión catalana” en que tanto y tan mal se ha empleado.

Tanto que llego a anunciar- nunca lo hizo porque supondría alejarse físicamente de Rajoy, y todo el mundo en política como en física que el vacío tiende a ser ocupado por otro cuerpo- que pondría un despacho en Barcelona y que mantenía una relación excelente con Oriol Junqueras quien poco menos que le había asegurado que “no iba a pasar nada”. Todo ello en una apuesta personal que le empujaba a salir triunfante del envite de modo que unánimemente le auparan al puesto a que aspira y del que se cree más que merecedora que no es otro que el de Rajoy.

Pero claro lo malo no es que te engañen, aunque te deje cara de tonta, sino que, teniendo en su mano al espionaje español, el CNI, le colaran las “urnas chinas” del 1-O y la inacción interesada de los Mossos de Escuadra que dejaron el papelón a la Policía Nacional y Guardia Civil.

No había más que ver su mala cara aquella noche, sus pelos sin arreglar y su gesto desencajado mientras repetía que no había habido referéndum, cuantas más veces lo hacía menos se lo creía.

En fin, que su figura desde aquellos días anda de capa caída y no sería descartable, y a lo mejor deseable, que en una remodelación de competencias-Rajoy no es partidario de cambiar las caras- se le retirara el CNI y la política de comunicación. Si algo de ello pasara de aquí a 2018, y no es descartable, no pocos serían los que dejarían de llamar a su móvil o lo que es peor- para un político este es el mejor índice de la merma de su poder e influencia-a responder con presteza sus llamadas.

¿No les ha sorprendido, con la que estaba cayendo, lo rápido que acudió Rajoy a Galicia junto a Feijoo?

 

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