martes, 10 de octubre de 2017

Ganar sin despeinarse



 
Cuentan del Duque de Alba que viendo como masacraban a una sección de sus Tercios en Flandes se le acercó uno de sus capitanes reclamando actuar de inmediato y mandar tropas para socorrer a aquellos valientes. A ello el Duque respondió “caballero sois un magnifico capitán, pero nunca seréis un buen general”.

Desconozco si Rajoy tiene noticia de dicho suceso, pero su acción, o falta de ella, frente a la rebeldía de Puigdemont tiene paralelismos evidentes pues tan insigne general nunca iniciaba una batalla que no tuviera por ganada.

Y es que a Rajoy solo le vale la rendición o defenestración de Puigdemont.

Un movimiento de silla al que ayuda el desmoronamiento del “procés” por su propia base, la económica, a la vista del abismo económico iniciado con la huida de sus empresas más señeras como La Caixa ó Banco Sabadell. Una herida que se transforma en hemorragia al seguirles otras grandes y medianas como Abertis, Aguas de Barcelona, Colonial, MRW por solo mencionar algunas.

Al meneo económico está siguiendo el nacimiento de la inseguridad entre la base social. Una desazón que ha comenzado con la retirada de los ahorros y la apertura de cuentas fuera de Cataluña, que se acrecienta con las miradas a un lado y a otro de los que hasta anteayer se agrupaban entorno a la “estelada”.

Una mirada que trata de valorar la importancia de las primeras bajas, la contemplación de aquellos que ralentizan el paso quedándose atrás como la misma Ada Colau- esta chica está al borde de un ataque de nervios- con su última, y oportunista interpelación a Puigdemont diciendo que “los resultados del 1 de Octubre no avalan la independencia”, ¡ahora!

En este escenario Rajoy se ha resguardado tras las acertadas, firmes y concluyentes palabras del Rey Felipe VI y sostenido por la amplia movilización nacional entorno a la idea de España que tuvo su punto culminante con la masiva manifestación del pasado domingo 8 de Octubre en Barcelona.

El discurso de Felipe VI dotó a este movimiento de resistencia nacional de una autoridad que le confiere la figura del Rey, único que la ostenta en España de hoy en día y de la que carece Rajoy, porque nada tiene que ver la autoridad moral y respeto que inspira su majestad con el mando sobre Policía, Guardia Civil o Ejercito que tiene Rajoy.

Eso por la cúspide, pero es que la movilización social ha demostrado a propios y extraños que daban a la idea de España por muerta y enterrada que la nación está viva, que hay una amplia base social cuya movilización espontanea demuestra una fuerza, que, de canalizarse, puede llevarse por delante a los pusilánimes.

Tras todo ello se parapeta Rajoy, quieto mientras otros se mueven por él, remiso a utilizar el 155 de la Constitución y suspender la autonomía de la comunidad catalana.

Su inteligencia radica en que si aplica el 155 y detiene la secesión en su actual estado habrá gastado su última bala, mientras que si la rebelión se agota en sí misma Rajoy habrá ganado sin utilizar la cachiporra. Y conociendo a Rajoy es esto lo que prefiere el Presidente y lo que los rebeldes debieran aprovechar para, deponiendo a Puigdemont, poner a otro a la cabeza de la Generalidad con quien Rajoy pudiera negociar una salida incruenta.

Y mientras tanto Pedro Sánchez bailando la yenka, un pasito delante y otro detrás, entre  plurinacionalidad, dialogo y apoyo al 155, este chico está pidiendo a gritos que lo vuelvan a echar.

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