Cuentan del Duque de Alba que viendo
como masacraban a una sección de sus Tercios en Flandes se le acercó uno de sus
capitanes reclamando actuar de inmediato y mandar tropas para socorrer a
aquellos valientes. A ello el Duque respondió “caballero sois un magnifico capitán,
pero nunca seréis un buen general”.
Desconozco si Rajoy tiene noticia
de dicho suceso, pero su acción, o falta de ella, frente a la rebeldía de
Puigdemont tiene paralelismos evidentes pues tan insigne general nunca iniciaba
una batalla que no tuviera por ganada.
Y es que a Rajoy solo le vale la
rendición o defenestración de Puigdemont.
Un movimiento de silla al que
ayuda el desmoronamiento del “procés” por su propia base, la económica, a la
vista del abismo económico iniciado con la huida de sus empresas más señeras
como La Caixa ó Banco Sabadell. Una herida que se transforma en hemorragia al
seguirles otras grandes y medianas como Abertis, Aguas de Barcelona, Colonial,
MRW por solo mencionar algunas.
Al meneo económico está siguiendo
el nacimiento de la inseguridad entre la base social. Una desazón que ha
comenzado con la retirada de los ahorros y la apertura de cuentas fuera de
Cataluña, que se acrecienta con las miradas a un lado y a otro de los que hasta
anteayer se agrupaban entorno a la “estelada”.
Una mirada que trata de valorar
la importancia de las primeras bajas, la contemplación de aquellos que
ralentizan el paso quedándose atrás como la misma Ada Colau- esta chica está al
borde de un ataque de nervios- con su última, y oportunista interpelación a
Puigdemont diciendo que “los resultados del 1 de Octubre no avalan la
independencia”, ¡ahora!
En este escenario Rajoy se ha
resguardado tras las acertadas, firmes y concluyentes palabras del Rey Felipe
VI y sostenido por la amplia movilización nacional entorno a la idea de España
que tuvo su punto culminante con la masiva manifestación del pasado domingo 8
de Octubre en Barcelona.
El discurso de Felipe VI dotó a
este movimiento de resistencia nacional de una autoridad que le confiere la figura
del Rey, único que la ostenta en España de hoy en día y de la que carece Rajoy,
porque nada tiene que ver la autoridad moral y respeto que inspira su majestad
con el mando sobre Policía, Guardia Civil o Ejercito que tiene Rajoy.
Eso por la cúspide, pero es que
la movilización social ha demostrado a propios y extraños que daban a la idea de
España por muerta y enterrada que la nación está viva, que hay una amplia base
social cuya movilización espontanea demuestra una fuerza, que, de canalizarse,
puede llevarse por delante a los pusilánimes.
Tras todo ello se parapeta Rajoy,
quieto mientras otros se mueven por él, remiso a utilizar el 155 de la Constitución
y suspender la autonomía de la comunidad catalana.
Su inteligencia radica en que si
aplica el 155 y detiene la secesión en su actual estado habrá gastado su última
bala, mientras que si la rebelión se agota en sí misma Rajoy habrá ganado sin
utilizar la cachiporra. Y conociendo a Rajoy es esto lo que prefiere el
Presidente y lo que los rebeldes debieran aprovechar para, deponiendo a Puigdemont,
poner a otro a la cabeza de la Generalidad con quien Rajoy pudiera negociar una
salida incruenta.
Y mientras tanto Pedro Sánchez
bailando la yenka, un pasito delante y otro detrás, entre plurinacionalidad, dialogo y apoyo al 155,
este chico está pidiendo a gritos que lo vuelvan a echar.
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