Para quien el desastre de la
Logse haya dejado como huella el desconocimiento de la historia de España le
recuerdo que el grito de ¡Viva Cartagena! nació del cantonalismo que se impuso,
brevemente, durante la 1ª Republica española, y que llevo a disparates como que
el Cantón de Cartagena le declaro la guerra a la localidad murciana de Lorca y
mando a su escuadra a Alicante, Málaga, etc.
Este fenómeno no es nuevo en
España y su mayor exponente fueron los reinos de Taifas que siguieron a la
disolución del Califato cordobés. Siglos
más tarde el proceso se repitió con las sublevaciones de Andalucía, Cataluña y
Portugal contra el poder de los Austrias teniendo éxito exclusivamente en el
caso portugués.
Estos procesos siempre han tenido su raíz en el mismo mal,
el egoísmo y el caciquismo de unas aristocracias y "trepas"(por nacimiento, dinero o
filiación política) que pretendían llenar su ego y poder en su ámbito geográfico
más cercano dada su incapacidad (la más de las veces por ausencia de aptitudes
intelectuales y políticas) de hacerlo en el ámbito nacional.
Elementos comunes a todos estos procesos han sido
-
La configuración de los “otros” como nuestros
enemigos, unas veces fueron los “cristianos” otras Castilla, ahora España, pero
siempre está presente la figura del enemigo exterior para aunar voluntades internas
y acallar la disidencia.
-
La asunción en los promotores (personas,
facciones o partidos) de la “voluntad popular”, que naturalmente siempre es
única y la dictan ellos
-
Consecuencia de ello es la eliminación u
ocultación de la discrepancia interior. No hay derecho a discrepar. Quien lo
hace es “enemigo del pueblo” y por lo tanto debe elegir ente emigrar, callarse
y obedecer, o ser eliminado. ¿Les suena?
-
La vulneración de la legalidad. Ellos siempre
representan la “voluntad popular” y esta “voluntad” está por encima de la Ley
¿no les recuerda el derecho divino que decían tener emperadores y reyes? Ley
que naturalmente van imponiendo, creando según las circunstancias y sus
intereses quienes se atribuyen esa representación exclusiva de la “voluntad
popular”.
-
La perpetuación de las élites. Este proceso que
siempre se titula “popular” sin embargo
siempre está dirigido por aquellos que quieren preservar sus privilegios o
pretenden alzarse con ellos por la sustitución de sus anteriores titulares. Se
dicen “inventores” o “innovadores” de formas nuevas y se constituyen en imitadores
del “quítate tú para ponerme yo” de tan rancio abolengo Ibérico.
-
Y no puede faltar algo tan español como el “toreo de
salón” y el “postureo”. Grandes proclamas del “sacrificio” en el que los
líderes dicen estar dispuestos a incurrir “por el bien del pueblo”, los desafíos
a la autoridad que saben no les llevaran mayores consecuencias. Lo de siempre
mucho ruido para tan pocas nueces.
Esto y nada más es lo que está
hoy sucediendo dentro de España con el separatismo de algunos catalanes. Conscientes de que iban a perder no ya el
apoyo popular sino también la mayoría en el Parlamento autonómico si hubieran
llegado a nuevas elecciones se han agrupado como los “náufragos de la Medusa”
en busca de una salvación imposible que les llevara a devorarse entre ellos.
Por eso me hacía gracia la bravuconada
del nuevo Presidente de la Generalidad catalana al decir que él no tenía nada que
hablar nada con Rajoy porque “Rajoy es un Presidente en funciones”. Poco tiempo
le resta para entender que como dijo Rajoy, la Presidencia del Gobierno puede
estarlo pero no así el Estado.
Mientras tanto, y es de lamentar,
causaran el daño que puedan. Nos perjudicaran a todos , pero lo peor es el ridículo
y la pobre imagen de España que están trasladando dentro de nuestras fronteras
y en el exterior.
Se ve que los “payasos” en
política son el signo de los tiempos, y no exclusivo de los catalanes.
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